Catálogo de la Colección de José María Lafragua 1800-1875

Agradecimiento

Luis Olivera
Investigador del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, UNAM.

En este año 2009, el corazón del maestro Ernesto de la Torre Villar dejó de latir y biológicamente nos privará de su presencia física; sin embargo, ahora su intelecto se hace presente con toda la materia de su conocimiento, por medio de sus enseñanzas como maestro de diferentes materias en ciencias sociales y humanidades, como digno representante de la generación de historiadores de la segunda mitad del siglo XX.

Edmundo O'Gorman en la disertación que hizo cuando el maestro De la Torre ingresó a la Academia de la Historia, con sentido del humor dijo que el doctor De la Torre, como abogado e historiador, prefería quedarse con la figura de historiador. La ciencia jurídica preparó a muchos abogados de la segunda mitad del siglo pasado, para cimentar el camino que debían seguir, no como aplicadores de la ley, sino como interpretadores de la norma por medio de la jurisprudencia. De ahí el atrevimiento de aquellos sujetos que, como el maestro De la Torre, imprimieron a la Historia su personalidad y visión jurídicas, enriqueciendo el método y la técnica de la investigación histórica.

Como primer director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas a partir de 1967, y con la claridad de la responsabilidad histórica y cultural hacia la nación y la sociedad del México que le tocó vivir, en perfecta coherencia con los fines de la UNAM y de la Biblioteca Nacional, el maestro De la Torre visualizó y concretó uno de sus mayores anhelos al ver reunidas en forma de catálogos las fuentes de la Colección Lafragua, al menos las pertenecientes al siglo XIX. Catálogos que siempre alentó a terminar y que se lograron publicar, como podrá ver el lector en las presentaciones de los mismos, y que se encuentran en este Catálogo electrónico.

Y si de agradecimientos se trata, sean éstos para todas aquellas personas que empezaron y se atrevieron a culminar dichas publicaciones, quienes tuvieron como instrumentos de trabajo el lápiz y la tarjeta para realizar los registros, con la lectura de cada fuente histórica contenida en folletos, impresos sueltos, recortes de periódicos y documentos oficiales, además de invitaciones a actos académicos, entre otras, que José María Lafragua recopiló, desde su óptica también de abogado e historiador en el siglo XIX y con su invariable determinación de hombre público con el tono de liberal moderado.

Lápiz y tarjeta sirvieron no sólo para realizar los registros bibliográficos, hemerográficos y documentales, sino también para elaborar los índices analíticos. Después de lo anterior se lograría, al paso del tiempo, utilizar el desarrollo tecnológico de la computación, con el que un grupo de jóvenes académicos y otros académicos no tan jóvenes se dieron a la tarea, con entusiasmo universitario –libertad de investigación-, de elaborar el Catálogo electrónico que presentamos.

La historia de la Colección Lafragua es la historia de una de las instituciones más nobles del país: la Biblioteca Nacional de México, que se encuentra administrada por otra institución con la misma grandeza de lo nacional: la Universidad Nacional Autónoma de México, por medio del Instituto de Investigaciones Bibliográficas. Si hablamos de nobleza es necesario decir que Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, A. C. (ADABI), con sus miras sin limitaciones hacia la tarea de la recuperación de fuentes históricas, apoyó sin reservas el presente Catálogo. Así, ADABI e IIB se unen en la tarea objetiva de contribuir con nuestra insistencia cultural como mexicanos, de hacernos presentes por medio de las fuentes, en este caso, del último periodo de la época colonial hacia la transición de nuestro atrevimiento a ser independientes, desde el movimiento de la Independencia, hasta el triunfo de la República.

La trascendencia de la visión histórica de José María Lafragua se materializa en los catálogos de su Colección, que a todas luces contribuye con la fecha conmemorativa del Bicentenario de la Independencia.

Así que, como se decía en el siglo XIX mexicano: "Sea pues".